¿A quién no le gusta liberar los pies en verano y dejarlos al aire? A mí la primera. Algunos recordamos un grupo musical que se llamaba «No me pises, que llevo chanclas», pero que te pisen no es lo peor que puede pasarte si abusas de ellas.
Las chancletas tipo flip-flop o hawaianas están diseñadas para un uso muy puntual, entrar y salir de la piscina/playa, o ducharse en duchas públicas, pero no para utilizarlas de continuo.
Si son las «clásicas», totalmente planas, nuestro talón sufrirá un exceso de carga que puede derivar en una fascitis, lesión muy frecuente y muy engorrosa de tratar (lo digo por experiencia propia), amén de la pesadez de piernas si tienes problemas con el retorno venoso.
La solución nos la aportó la moda: «pues les ponemos tacones». ¡ERROR! Con un tacón demasiado alto, nuestro centro de gravedad se desplaza hacia adelante sobrecargando nuestras rodillas y la parte delantera del pie, nuestra espalda intenta compensarlo curvándose como no debe y añadimos mayor posibilidad de torceduras de tobillo, pues este tipo de calzado no tiene sujeción en la parte trasera.
Aunque tuviesen un tacón adecuado (2-3 cm), no olvidemos el daño que hace la dichosa tira entre los dedos y que éstos tienen que realizar un sobreesfuerzo para intentar sujetar el zapato, haciendo que tiendan a comportarse como una garra, lo que hace que vuelva a aparecer la fascitis en escena y problemas en los dedos.
Añadimos que cuanto más abierto sea el calzado más se reseca la piel de los pies, lo que puede dar lugar a grietas, que no sólo son un problema estético sino que pueden ser bastante dolorosas y foco de infecciones.
¡Pero no todo son problemas, hay solución!
Como yo soy la primera que no me resigno a llevar calzado cerrado, ahí va mi recomendación: Calzado abierto sí, pero con sujeción tanto en la parte delantera como en el tobillo y con un tacón de 2-3 cm.
Y en cuanto a la sequedad, exfoliación un par de veces por semana (se pueden usar cremas, piedra pómez, limas manuales o aparatos eléctricos) y una buena hidratante todos los días (puedes ver algunos consejos en este otro post de mi blog). Personalmente yo prefiero aplicarla por la noche cuando me meto en la cama, precisamente para evitar que los zapatos resbalen.